‘El eclipse’ de Carlos Olmos

DAVID SANTIAGO TOVILLA

Fotografía: Marek Okon


El 14 de octubre ocurrió el eclipse anular de 2023. Un día antes, se cumplieron 20 años del fallecimiento del incomparable dramaturgo Carlos Olmos. Eclipses habrá varios, El eclipse sólo uno: una obra teatral excepcional del escritor tapachulteco. Los alcances de este trabajo hacen difícil pensar en algo diferente cuando se escucha la palabra que nombra a esos fenómenos astronómicos.


El eclipse puede leerse en el volumen Teatro completo de Carlos Olmos, editado por el Fondo de Cultura Económica. Aunque su autor sitúa la obra en una comunidad de la costa de Chiapas, sus temas son universales. Son personajes chiapanecos, pero no se les constriñe con un lenguaje popular o con las variedades lingüísticas que caracterizan a esa zona geográfica. El fondo es una sucesión de reflexiones humanas que el escritor apunta con genialidad. Nada de discursos: apenas líneas suficientes para orientar un pensamiento.


Carlos Olmos hace de un eclipse total la gran metáfora del cambio de situaciones: de la luz a la oscuridad y viceversa; de la apariencia a la verdad; de lo secreto a lo público; de la reserva conveniente a la sinceridad; de la discreción a la revelación de lo conocido.


Con destreza es capaz de meter al lector o espectador en la rutina, la desesperanza y la resignación de destinos fatales. Lugares marginales en donde no se detiene el tiempo, pero sí las personas atadas por apegos y costumbres. Generaciones marcadas por la rutina, la soledad y la incomunicación aún con los familiares, desde la voz de personajes melancólicos, dudosos.


Una madre líder que se aferra a los ideales de preservación de un terreno, en memoria de su difunto esposo y mantiene a todos asidos a esa convicción; cuando, en realidad él pensaba vender para irse de ahí y cambiarles la vida.


La mujer que se cambió de religión y terminó enamorada de su pastor debe enfrentar la segregación y ocultar la consecuencia de sus encuentros. La adolescente vivaz, intuitiva y observadora que debe inventarse un mundo dentro de ese encierro. Un poeta con inseguridades y ambiciones de libertad, pero con cadenas de responsabilidades.


Junto a ellos el mundo de las apariencias, la necesidad de afirmar lo establecido y la callada indagación de la vida sexual y sus preferencias.


Carlos Olmos lleva a sus personajes a expresar el germen de la diferencia. Sobre el prejuicio: «Lo más hermoso de vivir es aceptar los tiempos que nos tocan». La felicidad: «Es un cuento, una mentira inmunda. ¿Y qué buscas entonces? La verdad». La perpetuidad: «El error de los hombres fue haber inventado la eternidad. Pero cada día puede ser el último de esa eternidad mentirosa». La permanencia: «Tengo treinta y cuatro años de ver el cielo y la tierra como la misma cosa».


Un eclipse como una venda que cae de los ojos; una luz reseteada para resurgir; ciclos cerrados; oportunidades reveladas; renunciar a la oscuridad; salir a la vida.


Carlos Olmos dijo que El eclipse aporta los «elementos de una tragedia colectiva» en donde «el olvido y la desolación parecen aislarlos en un mundo cerrado, la pobreza y la incertidumbre ensanchan los confines del drama».


El apreciado escritor falleció a los 56 años. Temprano para todo lo que pudo continuar en su aporte a la cultura en México. Hay que leerlo o releerlo porque en cada una de esas acciones viven sus fulgurantes letras.


Apuntes anteriores relacionados: Carlos Olmos, Un teatro para Carlos Olmos.