Sacudirse al ‘homo mentíri’ para rescatar al ‘homo sapiens’


David Santiago Tovilla

Fotografía: Clem Onojeghuo

Lejos de caminar hacia el conocimiento documentado, la comprobación de los hechos y el sustento en la verdad se ha consolidado la mentira como herramienta cotidiana. Cada vez más, se anula al homo sapiens: el hombre sabio, racional. Se reemplaza todos los días por el homo mentíri al dejar que la falsedad rija el lenguaje, las conversaciones y acciones, la vida.

La noción de homo mentíri se expuso, con amplitud, en un texto anterior. La situación no ha mejorado. Por contrario, se han acentuado las dinámicas sociales para desechar la verdad y vivir en la mentira.

Se ha dejado que se construya una idea de realidad, por más que los hechos sucesivos, tangibles, comprobables, la desmientan. Vivir ahí se ha hecho inamovible. No hay manera de voltear a ver lo concreto. Es más, las personas tienen una necesidad de difundir esa idealidad y suprimen cualquier conversación por su mundo de creencias. Aunque se les cambie de tema, regresan a repetir filias y fobias. El interlocutor suele callarse, con prudencia y fastidio, ante la repetición de las frases, personajes, apodos que provienen de las redes sociales.

Hay una actitud inercial para aceptar y reproducir las mentiras. La magnitud es tal que los generadores de la mentira acusan de mentirosos a quienes les demuestran que sus dichos están desapegados de la verdad y ocultan la realidad.

La falta de rigor de unos y otros lleva a ver en los espacios de difusión oraciones como: “Desmiente fulano”, “Es falso aclaró mengano”. Aunque el señalamiento original esté fundamentado con datos y pruebas que el mentiroso corresponde sólo con una frase, un dicho.  Es decir, ni desmentido ni aclarado con veracidad. Pero como se ha impuesto la validación y consumo autómata de las mentiras, no les preocupa arrojar nuevas falsedades para perpetuar la espiral que degrada a las personas y la sociedad.

La revolución tecnológica que puso mucho al alcance de todos no se ha traducido en mejores conversaciones, valores y convivencia. «Cuando la gente recuerde nuestra época se asombrará de una cosa: se asombrará de que hoy conozcamos más acerca de nosotros mismos que la gente del pasado y que, sin embargo, pongamos en práctica muy poco ese conocimiento» dice Doris Lessing en el libro Las cárceles elegidas.

Fotografía: Paulina Snarskytė

La Premio Nobel de Literatura abunda: «Estamos siendo gobernados por oleadas de emociones de masas y que mientras duren no será posible plantear preguntas serias y objetivas. Este movimiento de masas engendra cierto estado mental: violento, emotivo, partidista, suprimiendo todos ellos los hechos que no le convienen, mintiendo y haciendo imposible hablar en el tono de voz bajo, frío, apacible y sensato que es el único que puede producir la verdad».

El ensayo de Lessing que recupera sus conferencias de 1985 perfilaba uno de los fenómenos comunicacionales lacerantes que rigen este siglo: la posverdad.

Por algo, el término se ha incluido en el Diccionario de injusticias: «La posverdad hace referencia a una dinámica social caracterizada por la producción sistemática de mentiras como proceso políticamente promovido, organizado y rentabilizado, sirviéndose en gran medida de las tecnologías de la información y la comunicación, con intenso uso de las llamadas redes sociales.

»Se busca generar adhesiones a un líder y al partido que encabeza con mensajes para movilizar emociones. La dinámica de la posverdad puede calificarse de perversa en tanto aprovecha las circunstancias de una acrecentada sociedad del espectáculo para consumar el desprecio a la verdad como valor de relevancia política.

»Hablar de posverdad es decir que no importa vivir entre mentiras. Tal consentimiento implica una exaltación del cinismo. En el tiempo de la posverdad, la mentira no necesita ocultarse tras lo que pareciera verdad, sino que cuenta con ser aceptada en el juego del engaño socialmente admitido.

»La posverdad es mala propaganda al servicio de una grosera manipulación. Los intereses políticos, los medios tecnológicos y el contexto cultural hacen que no estemos ante el mero recurso usual en política sino ante una ignorancia pública generada a propósito. Es engaño promovido cínicamente, aceptado por aquellos a quienes se dirigen las fake news».

Fotografía: Mikhail Nilov

En tiempos de tomar decisiones, adquiere mayor importancia restaurar todas las capacidades personales y sociales. Pensar, indagar, comparar, descubrir. No es fácil nadar contra la corriente con un pensamiento libre, pero es un asunto de responsabilidad.

Una conclusión de la misma Doris Lessing puede estimular a hacerlo: «Son los individuos los que cambian las sociedades, los que hacen nacer ideas, los que, levantándose contra las oleadas de la opinión, las modifican. Todo lo que me ha ocurrido me ha enseñado a valorar al individuo, a la persona que cultiva y que conserva sus propios modos de pensar, que resiste al pensamiento de grupo, a las presiones de grupo. O que, no adaptándose más de lo necesario a las presiones del grupo, silenciosamente conserva su pensamiento y su desarrollo individual».

Hay que contribuir a sacudirse al homo mentíri para rescatar al homo sapiens.