'Diccionario de injusticias': novedad editorial


DAVID SANTIAGO TOVILLA

La edición 2023 de la Feria Internacional de la Lectura Yucatán (FILEY) ayudó a descubrir un libro sorprendente: el Diccionario de injusticias publicado por Siglo XXI Editores.

¿En qué época se vive para que las injusticias lleguen a conformar un diccionario? En una que registra un listado base de ciento cuarenta y seis entradas, mismas que no se refieren a la historia en general sino a la vida en 2023. Su actualidad es parte de su fortaleza.

Los diccionarios especializados son parte de la formación esencial. Resumen la reflexión teórica del momento en que se publican. Varias generaciones crecieron de la mano de los dos tomos del Diccionario de Política de Norberto Bobbio. Después llegó el Diccionario de Sociología de Luciano Gallino.

El nuevo Diccionario de injusticias, coordinado por el filósofo Carlos Pereda, constituye una herramienta para el desenvolvimiento en el mundo actual, con independencia de la profesión que se ejerza.

El volumen pone al día en forma y fondo: el lenguaje y su contenido. Y, de acuerdo con la tradición de los grandes diccionarios, cada entrada se responde con un amplio ensayo que proporciona información y estimula a la reflexión.

En tiempos de reducción del lenguaje a frases reiteradas, de repetición autómata de adjetivos, de injurias en lugar de argumentos, en suma, en momentos de una creciente pobreza intelectual, encontrar un libro que desarrolle con amplitud cada idea es un prodigio.

El Diccionario de injusticias tiene su razón de ser en los hechos cotidianos y la necesidad de sustentar, con información, la conversación correspondiente. Véase:

El 13 de febrero de este año, la tiranía de Daniel Ortega en Nicaragua expulsó del país a dos centenas de personas, dentro de quienes están los escritores Gioconda Belli y Sergio Ramírez. Su anuncio rimbombante fue el retiro de la nacionalidad. Los afectados dicen que nada les puede quitar su ser o esencia nicaragüense.


Sin embargo, el Diccionario de injusticias, sitúa las consecuencias de esta iniquidad. El término es apátrida: «Se define como apátrida a toda persona que no es reconocida como miembro de Estado alguno. Al no ser considerados como nacionales de ningún gobierno, los apátridas carecen de representación en cualquier comunidad política.


»La falta de membresía afecta todos sus derechos ciudadanos. Este grado máximo de exclusión conlleva, por tanto, la ausencia de pertenencia a cualquier patria. Tal situación, en principio jurídica, pero también de índole política, social y cultural, coloca a dicha persona en un estado total de vulnerabilidad, no solamente ante la ley, sino dentro de la sociedad, puesto que la apatridia impide el acceso a los derechos básicos que cualquier ciudadano posee, tales como el derecho al trabajo, a la educación, a la salud, al bienestar social, a la libre movilidad, a ejercer la expresión de las ideas sin cortapisas, a todo tipo de participación política.


»Asimismo, la persona que no tiene una representación dentro de la figura estatal, también carece de la protección de cualquier Estado en todos los casos en que se encuentre ante algún tipo de riesgo. No tener Estado priva a la persona no solamente de su derecho a la ciudadanía, sino a la perdida de todos sus derechos humanos».


Como se aprecia, se busca hacer daño: no se trata de una simple declaratoria por parte de un personaje quien, junto con varios de los ahora perseguidos, contribuyó a tirar a Anastasio Somoza para tomar, con los años, su lugar como dictador.


Otro caso, cimbró a México, el 13 de marzo: el asesinato de la menor Norma Lizbeth por parte de su compañera de clases. El caso obligaría a elevar la alerta general. Pero, tal parece que se perderá en la normalización de la violencia, porque tan sólo 11 días después, el 24 de marzo, se leen declaraciones insensatas como las expresadas por autoridades escolares en Tizimín, Yucatán: «Sí hay bullying en escuelas, pero no es alarmante».


 

El Diccionario de injusticias expone: «La definición de bullying permitirá tener mayor claridad de ese fenómeno social presente en las aulas: su esclarecimiento es el primer paso para su prevención, detección y atención. Características:


»Diferencia de poder. Se describe como la percepción (real o ficticia) que tiene el alumnado bully, a través de la cual se le atribuye más poder que sus víctimas; el alumno acosador no necesariamente debe ser más fuere, alto, o musculoso, de hecho, muchos de los acosadores son pequeños y delgados.


»Persistencia. El alumno con perfil de bully elige a una persona como víctima a quien le dirige una serie de comportamientos violentos prácticamente cotidianos. La víctima puede sufrir violencia varias veces al día y recibir diferentes tipos de violencia.


»Intención de causar daño. El alumnado bully es un alumno que tiene la intención de lastimar a la víctima; de hecho, describe que siente placer o felicidad al lastimar a otros pares. Está de más expresar que el bullying es un comportamiento que hace daño a las víctimas, pero no necesariamente es el daño físico el único posible, ya que también puede dañar su integridad emocional.


»El bullying se presenta a través de un ciclo de comportamientos violentos. Hace cincuenta años se creía que únicamente participaban tres alumnos, conocidos tradicionalmente como víctima, acosador y observador.


»Actualmente se conoce que el bullying se presenta bajo un abanico de perfiles, a través de los cuales el alumnado participa como víctima, acosador; doble rol (víctima-agresor) y espectador; cada uno de ellos tiene un papel específico en el ciclo del bullying, logrando que el comportamiento permanezca y se reproduzca en las aulas escolares».


Estos dos términos dan una adecuada aproximación al contenido del Diccionario de injusticias. Lo citado acá es, cuando mucho, el uno por ciento de la amplia información incluida en cada término.


Hay conceptos conocidos por su reiteración como problemas cotidianos, pero hay otros que están ahí, en espera de que la sociedad los asuma en su condición injusta porque no son de menor trascendencia.


Es el caso de la opacidad: «No es un concepto acabado de la filosofía sino una metáfora que alude a la ausencia de transparencia y claridad. Es opaco lo que impide el paso de la luz y, por esa razón, se vuelve oscuro y sombrío.


»En el espacio de la política remite tanto al hermetismo de las decisiones tomadas por el Estado y sus instituciones, cuanto a la falta de información o de evidencia sobre sus resultados. La opacidad se relaciona también con el abuso del poder y con los defectos de la rendición de cuentas. Se aduce opacidad como la negación del derecho a saber y como la apropiación ilegítima de lo público».


Por fortuna, el Diccionario de injusticias está a la venta en distintos sitios que posibilitan a un libro llegar a casi cualquier lado. Es garantía su inversión porque preserva las capacidades de pensar, argumentar, indagar, conocer, tan necesarias en estos tiempos que se viven, cuando la mayoría tiende a sucumbir en dos grandes errores: repetir frases sin razonarlas o criticar la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el propio.