Desde que llegaste ser feliz es mi vicio…

DAVID SANTIAGO TOVILLA

Fotografía: EightZero

Hay baladas que permanecen en las personas. Son canciones clásicas a fuerza de traerlas al presente en muchas ocasiones: en la escucha solitaria o en la cantada colectiva. Oraciones cuya entonación en automático se suelen acompañar. Piezas que se imponen ante una exigente industria que produce sencillos, sin descansar, en busca de éxitos. Composiciones vivas porque se quedan en las personas.

Letras que resisten porque reflejan una emoción. Fragmentos que en lugar de fenecer crecen cuando alguien, sin importar el tiempo, los hace suyos. Pasajes perpetuados porque dicen lo que muchos quisieran decir, pero no reúnen las palabras apropiadas para construir esos poemas. Imágenes verbales que se materializan cuando tocan los corazones de los escuchas.

Una de esas canciones legendarias cumple veinte años: Desde que llegaste de Reyli Barba. La melodía fue la banda sonora de la película mexicana Ladies' Night, de 2003. Al año siguiente, fue lanzada como parte del disco En la luna.


Reyli pasó a la historia de la balada pop con la construcción de una radiante suma de sensaciones. Dos décadas después no existe un trabajo similar en cuanto a la abundancia en la exposición metafórica del sentir, ser y hacer.

Si bien Desde que llegaste tiene estribillos, sus demás oraciones tienen una fuerza declarativa en ascenso que elevan y sostienen el nivel de la canción. Eso ocurre desde su entrada: «Desde que llegaste: No me quema el frío. Me hierve la sangre». Encuentra un modo de oponer el volcán interior contra la inclemencia exterior. Es decir, la fortaleza interna vence las adversidades externas. Lo importante está adentro; el afuera se queda sólo como eso.

Continúa: «Oigo mis latidos». Insistir en el ímpetu íntimo. El vigor de la pasión: un hecho físico ordinario se potencia hasta convertirse en algo que puede percibirse a través de uno de los sentidos.

Sigue: «Desde que llegaste: ser feliz es mi vicio». No es una declaración simple de felicidad. Va más allá de un momento y expresa un cambio de dinámica personal. No se siente feliz: se dedica a serlo, en una decisión gozosa, constante, entregada.

Prosigue: «Contemplar la luna: mi mejor oficio». Qué manera de exponer el enamoramiento como acción. Cualquiera puede estar enamorado; Reyli sí alude a un estado de recogimiento y separación del mundo ordinario pero tornado en una actividad, consciente, asumida, dispuesta por voluntad propia.

Un amor tangible, concreto, real: «No te prometo amor eterno porque no puedo». Y de nuevo una pasión comprometida, actuante: «Soy tripulante de una nube, aventurero». La actividad amorosa combinada con una idea recuperada del lugar común —ver mariposas— para ser un hecho: «Un cazador de mariposas cuando te veo. Y resumido en tres palabras: Cuánto te quiero».

Un afecto comprometido, abierto a que ocurra y llegue hasta donde sea «Desde que llegaste nada está prohibido». Sin limitaciones de ningún tipo: «Se marchó la duda»; acerrojada con la personificación de algo que proviene de lo profundo del ser, él o ella: «Me abrazó un suspiro».

Desde que llegaste es una canción esculpida con pensamiento y genio. Uno de los mejores cantos que reivindica el amor como expresión humana no como idea o ilusión. Felices veinte años.