Tiempo de inmediatez

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David Santiago Tovilla

Eulalio Ferrer decía, desde hace muchos años, que llegaba la época en que las personas dejaban de vivir al día para vivir al momento: el reino imperioso del instante. Es el resultado del impacto de la revolución tecnológica en la vida cotidiana.

Son tiempos de la inmediatez. Importa el efímero momento de la presencia presente. Las prácticas y los lenguajes han cambiado. Los medios que hacen la verdadera comunicación se sitúan en nuevos soportes. La interacción y la velocidad son las características del mundo actual.

Cualquier revisión a las necesidades cotidianas, profesionales o domésticas, llevan a la utilización del internet para la solución inmediata. Ser, pertenecer, está asociado a la existencia en línea. Cualquier duda sobre los más diversos temas se consulta en el teléfono. 

Al momento se pueden hacer preguntas sobre toda disciplina del conocimiento. Las grandes enciclopedias son historia. Hay una sola, a la mano, en cualquier momento y lugar, a través del celular. Basta hacer la pregunta para que el buscador más consolidado de la respuesta o ponga a la vista lo que otros han preguntado.

Rituales como la apertura y estreno de un disco de vinil son desconocidos. Raros son los artistas, como Enrique Bunbury, quienes emiten todas sus producciones en digital y en discos para coleccionistas. 

Ahora, ni siquiera hay contacto con el cd: se baja en directo a la computadora o al reproductor portátil, al adquirirse en una tienda online o disponible en algún sitio “compartido”. Nada hay que esperar. Ni siquiera el tiempo invertido en ir a una tienda. Así ocurre con videos, canciones, podcats. Hasta la opción radiofónica es asequible sin importar horarios y situación geográfica con la ventaja de la ausencia de comerciales. Todo para consumo inmediato.

La urgencia de realización para el corto plazo hace olvidar el tiempo necesario para pensar, leer, crear. La autocrítica está más ausente que nunca. Se ha vulnerado hasta el derecho a la privacidad. No importa que algunos rechacen que su vida sea expuesta en las redes sociales; si otros poseen los materiales los usan con impunidad, sin restricción o tiento. 

Tanto que la conclusión de Fernando Savater, expuesta en el más reciente número de la revista Esquire es: “La ética no se renueva, lo que se transforman son los problemas. La novedad más significativa para redefinir los conflictos actuales lleva por título ‘Internet’”. Hay nuevas formas de comunicación que se han convertido en renovadas maneras de enajenación. 

"Es una dinámica irreversible de una realidad tangible. Lo que es inamovible es el remedio subrayado también por el filósofo español: “La buena educación: hay que cultivar la humanidad de cada individuo y enseñar a disfrutar las garantías de una sociedad en conjunto”.

Semanas atrás hemos abordado la necesidad de entender e incorporar el mundo digital como lo que es: un transformador cultural. Sólo que sin perder calidad por cantidad, sin sacrificar sustancia por abundancia, sin reñir con la estética por privilegiar la vistosidad. 

Sin olvidar las preguntas que llevan a no perder el tiempo, ni incurrir en la vacuidad o hasta cierto ocio intelectual: ¿para qué? ¿cuál es la utilidad? ¿con qué fin? El tiempo de la inmediatez es, también, una oportunidad para forjar mejores individuos y colectividades.