“Número Cero” de Umberto Eco


David Santiago Tovilla

“Si hemos logrado primero aceptar y luego olvidar todo significa que nos estamos acostumbrando a perder la vergüenza” es la gran conclusión del semiólogo Umberto Eco, en su nueva novela Número cero

El libro constituye una mirada implacable a este mundo en donde la saturación de información sepulta la verdad. Hoy, ocurre una paradoja: en la llamada sociedad de la información no hay personas más informadas. Existe un estruendo mediático que lleva datos interesados, tergiversados, administrados. 

Las inercias que han movido la maquinaria de comunicación son las mismas: sólo han cambiado los soportes que, ahora, con la revolución digital acentúan la masificación. Al final de todas las historias, mensajes, versiones, el único logro es que las personas han perdido la capacidad de asombro. 

Las noticias de irregularidades, pillaje, deterioro estructural se toman con naturalidad. Esa tendencia propicia el “darle vuelta a la página”. Además hay demasiados temas distractores del momento. La avalancha informativa hace parecer sucesos no tan distantes como añejos. El olvido es el camino a la impunidad y ésta la generadora de una escuela de ambición y desvergüenza.

Número cero es la más ágil narración de Eco. Concentra sus características como narrador: capacidad para abrir puertas del conocimiento; poner en duda creencias históricas que la gente reproduce sin reflexión; plantear nuevas posibilidades de hechos en apariencia trillados; mostrar debilidades personales que son reflejo de males sociales profundos; revelar su profundo conocimiento de la temática abordada; plantear una implacable crítica a todos los rostros de la simulación que llevan a globalizar la falsedad, el embuste, la arrogancia, la insolencia, el desprestigio. 

Un libro para consumirse en una o dos jornadas de lectura y quedarse por mucho tiempo con las interrogantes ahí planteadas. La mirada universal de Umberto Eco aterriza en cualquier lugar que registre: el chantaje en lugar de periodismo; una red de complicidades en sustitución de un sistema democrático de partidos; el poder económico no visible de donde surgen las verdaderas decisiones; la vulnerabilidad de quienes son sólo un engranaje social; la vigencia de rasgos humanos a pesar de la adversidad.

Número Cero alude al número previo que se elabora antes de la circulación formal de un nuevo diario. En la preparación de éste es en donde Eco se ocupa de exponer perfiles, criterios, razonamientos de quienes actúan de forma deleznable: “No son las noticias las que hacen el periódico sino el periódico el que hace las noticias”, “No podemos ocuparnos demasiado de la cultura, nuestros lectores no leen libros”, “A nuestros lectores hay que tranquilizarlos, no alarmarlos”, “Los periódicos enseñan a la gente cómo debe pensar. 

Al principio no saben qué tendencia tienen, luego nosotros se lo decimos y entonces la gente se da cuenta de que la tiene”, “Tengan en cuenta que hoy en día, para rebatir una acusación, no es necesario probar lo contrario, basta deslegitimar al acusador”. 

También puede destacarse: “La fuerza de un dosier es que ni siquiera sirve enseñarlo: basta con hacer circular la voz de que existe y de que contiene noticias –digamos- interesantes”, “A la gente se le humedecen los ojos y se quedan todos contentos: regodearse de la mala suerte ajena. Es éste el sentimiento que un periódico tiene que respetar y alimentar”, “La llamada a la honradez vende muy bien”, “Los periódicos no están hechos para difundir sino para encubrir noticias”.

Número cero es un señalamiento airado a ese mundillo parapetado en la estridencia noticiosa.