Gustavo
Cerati se fue hace diez años, el 4 de septiembre de 2014. Su
arte está presente, a pesar de su ausencia, porque nada puede reemplazar ni
extinguir el fulgor de los verdaderos virtuosos.
Para fortuna de los melómanos, le sobreviven esas
colaboraciones que el tiempo ha convertido en joyas musicales muy valoradas:
Gustavo Cerati y Mercedes Sosa
grabaron una versión sublime de esta pieza; él, un año antes de entrar en coma —que duró cuatro años, hasta fallecer— y ella, meses antes de fallecer.
La canción es muy conocida por dar un tÃtulo a un
álbum del grupo de rock en español liderado por Cerati: Soda Stereo. Sin embargo,
para ser integrada a la última antologÃa de Sosa, la melodÃa se transformó de
una pieza con partes álgidas en la tradición roquera a una composición para
escuchar con deleite y lograr la entrega absoluta del escucha.
Dieciséis años después de su lanzamiento original, en
1993, en 2009, Zona de promesas creció en lo musical para alcanzar la
cima al combinar letra y arreglos de Cerati y la voz peculiar, integrada con
perfección, de Mercedes Sosa. Es tal el impacto que, hasta hoy, al escribir el
nombre de la cantante argentina en plataformas como Spotify,
es la melodÃa más escuchada de la autora, por encima de sus grandes éxitos Todo
cambia, Alfonsina y el mar y Gracias a la vida.
La versión trabajada para el disco dos del álbum Cantora,
es recreada como una hermosa balada en donde todo tiene un peso armónico: el
rasgueo de la guitarra, la percusión, la voz pura de Cerati y el modo emotivo
de Sosa, violines para acompañar los solos de los instrumentos. Un poema
musical, subrayado con la frase «Y al final, hay
recompensa».
Es conmovedor escuchar y ver la interacción de este
dúo de gigantes…
Cerati era capaz de reconvertir una melodÃa para lograr
un producto extraordinario. AsÃ, con una invitada a su presentación en vivo en MTV
logró una legendaria versión. La inclusión de Andrea Echeverri
del grupo colombiano Aterciopelados derivó en un planteamiento
imperecedero.
La pieza es capaz de generar un conjunto de
sensaciones y envolver en su atmósfera. Es melancólica, creativa, seductora.
Por algo la dupla Cerati-Echeverri es un himno en los centros nocturnos de
cualquier rango. Ahà tampoco importa educación musical, porque cuando suenan las
réplicas de los rasgueos en la guitarra de Cerati, el mundo se detiene para dar
paso a un suceso que, en dichos casos, incluye a una chica sexy en lencerÃa de
la que se desprende acompañada de la sensorial voz de Andrea que clama «entre
tus piernas».
Para ingresar a ese universo, vale la escucha a través
de unos audÃfonos de calidad en su sonido — y no sólo la tienen los equipos costosos—,
para percibir a plenitud los rasgos distintivos de la pieza, como su inicio en
donde las notas tienen un efecto estéreo decisivo.
Cerati enriqueció con su aura musical cualquier proyecto
que tocó. Lo hizo al realizar una colaboración, en 2007, con una banda
alternativa conformada para dar un impulso contemporáneo a la música tradicional
Argentina: Bajofondo.
El Mareo es una canción del lÃder Gustavo Santaolalla con
una combinación de instrumentos que articulan el llamado tango electrónico, para
la ocasión mezclado con acordes de rock y la vocalización de Cerati.
La canción abre con el sonido de identidad de la guitarra
de Cerati al que se incorporan, sonidos admonitorios de acordeón y teclado,
hasta que, segundos después, la baterÃa detona una rÃtmica balada que integra
más instrumentos y la apasionada voz de Gustavo. Estupenda.
Este éxito de Shakira, de 2009, abre de
manera similar a la canción anterior. Es Cerati puro: catorce segundos de guitarras
y bajo, antes del ingreso vocal de la colombiana. Esa combinación se mantiene con
variantes en la ejecución, pero todas las individualidades se aprecian con
pulcritud. AsÃ, hasta el primer minuto cuando da un giro hacia otras búsquedas.
Es una canción que se puede poner atención al todo y a
sus partes: la letra «No se puede vivir con tanto veneno»; la versatilidad vocal
de Shakira: del susurro a los tonos altos; los instrumentos concurrentes para lograr
tres minutos de placer musical. En No, Gustavo Cerati sólo participó en
la musicalización.
Colaboraciones
de Cerati para ser escuchadas con detenimiento y regocijo.
Conexiones